La segunda obra de Rembrandt citada en el libro, creo que es “El festín de Baltasar”, aparece en la página 122 de nuestro libro (Herejes) Me ha resultado gracioso pues Daniel la vio en el estudio fotográfico que tenía Hajdú (que era el máximo conocedor e Rembrandt en Cuba. Lo gracioso es que Hajdú usa esta obra en la que Baltasar parece indicarnos algo con su brazo y su mirada, para señalar la dirección donde se encontraba la habitación donde estaba el set para las fotos de estudio.
La obra, realizada hacia 1635, recoge un episodio de la historia de Baltasar, rey de Babilonia. Durante el sitio de la ciudad por el general persa Ciro, Baltasar reunió a todos sus nobles y sirvió el vino en la vajilla procedente del saqueo de Jerusalén. Durante el banquete apareció una mano misteriosa que escribió un texto indescifrable en la pared referente a la división de su reino. Esa noche murió Baltasar. De nuevo resulta sorprendente cómo Rembrandt ha captado las expresiones de las figuras, en este caso de sorpresa y temor ante la inscripción misteriosa, sobre todo Baltasar, que se retrae al contemplar la aparición. La luz clara es la otra gran protagonista, creando fuertes contrastes de luz y sombra característicos del tenebrismo. La pincelada del pintor se ha hecho un poco más suelta como se puede apreciar en la capa del rey, aunque a pesar de dicha soltura aún se distinguen claramente los detalles como el bodegón de frutas sobre la mesa, las joyas de las mujeres o el turbante. El colorido es oscuro aunque tiene notas claras como el precioso vestido rojo de la mujer de la derecha, la capa del rey o el turbante blanco.
Yo interpreto que la aparición de esta obra, en nuestro libro, es como en otros casos simbólica en relación con la justicia divina, en este caso Baltasar será castigado por haber robado el templo (la vajilla donde sirve a los invitados es del templo), todo esto podría ser un símbolo más de lo que va a pasar en el libro… el castigo de quien ha robado el cuadro de los Kamisnki (Román Mejías) que curiosamente aparece muerto de una manera curiosamente similar a como Judit había matado a Holofernes en el antiguo Testamento, degollándolo.